martes, 9 de junio de 2015

La niña que verá crecer su nariz gracias a una impresora 3D

Tessa Evans nació sin nariz. Sus padres irlandeses sabían que la niña venía al mundo con esa malformación congénita, conocida como arrinia y extremadamente rara (47 casos conocidos en el mundo). Durante dos años, Nathan y Garinne Evans han tenido tiempo para convertir el trauma en esperanza, y en hacer partícipes a todo el mundo gracias a la complicidad de sus médicos y de la comunidad de las impresoras en 3-D...

En vez de inclinarse por las terapias de reconstrucción hasta ahora conocidas, que dejan imborrables cicatrices faciales, el doctor Jonathan Britto -del Great Ormond Street Hospital de Londres- propuso a los padres de Tessa una solución audaz y sólo posible gracias a las nuevas tecnologías.

Usando un modelo en tres dimensiones del cráneo de la niña, los médicos han sido capaces de "diseñar" un implante a la medida (fabricado también con una impresora en 3-D) que hace las veces de incipiente nariz y que será sustituido con el tiempo por otros implantes adaptados al rostro de la niña según vaya creciendo.

A diferencia de otros métodos usados hasta la fecha, el implante se le introduce debajo de la piel desde una incisión en el cuero cabelludo, de modo que no deja cicatrices en el rostro. Cuando llegue la hora de cambiar el implante por otro mayor, se abre la incisión, como si fuera un sobre, y así hasta llegar a la prótesis de la nariz definitiva que la niña tendrá en su adolescencia.

"La nariz no tendrá su función natural como vía respiratoria, pero al menos dará un buen resultado estético", ha explicado el doctor Britto. "Con el nuevo método, y tras un nuevo implante en cada edad de crecimiento, habremos logrado la expansión del tejido. Los orificios nasales no serán reales sino tatuados, pero la apariencia será la de una nariz normal".

Nada más nacer, Tessa Evans pasó cinco semanas entubada. Tuvieron que practicarle una traqueotomía para que pudiera respirar sin dificultad y se alimentaba mayormente de sueros. "Los médicos tuvieron que estabilizarla para que pudiera respirar por sí misma y entonces fue cuando me permitieron tenerla por primera vez en brazos", recuerda la madre, Grainne Evans, que aún no ha podido olvidar la desesperación de aquellos momentos, cuando dudaban incluso si la niña sobreviviría.

Pero con el tiempo Tessa aprendió a respirar por la boca, ha tenido una vida bastante saludable y no ha echado en falta la nariz más que a la hora de mirarse en el espejo (tampoco ha desarrollado obviamente el sentido del olfato).

"Es una niña angelical y te enamoras de ella en cuanto estás a su lado", aseguran sus padres, que tienen otros dos hijos, niño y niña. "Tessa sonríe como la que más y juega con ellos a todas las horas, como si no fuera consciente de su condición".

Al poco de nacer la niña, sus padres se enfrentaron sin embargo al dilema de "hacer algo cuanto antes" para que Tessa pueda llevar una vida normal en el futuro y no tenga que arrastrar el trauma físico y psicológico. La pareja de Maghera, Irlanda, decidió entonces ponerse en manos del doctor Britto para probar el tratamiento novedoso y dotar a su hija del primer implante para dotarla de una mínima nariz que ha servido, entre otras cosas, para acentuar su sonrisa natural.

"En el pasado, todos los intentos de reconstruir una nariz han dejado cicatrices en el rostro", advierte el doctor Britto. "Con este método, vamos a poder evitar los efectos más negativos. Es una alternativa realmente emocionante, teniendo en cuenta además que la niña podrá beneficiarse en la próxima década de todos los avances tecnológicos que se produzcan con las impresoras en 3-D, que están revolucionando el campo de las prótesis".

Sin las impresoras en 3-D, que ya han permitido la creación de manos y brazos "artificiales", el trabajo habría sido mucho más difícil, según el doctor Britto, que podrá seguir trabajando en nuevos implantes a la medida hasta que llegue el momento de dotar a Tessa con su nariz definitiva.


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